Tres anuncios en las afueras de Martin McDonagh (2017)

03.05.2021

"Esto no pone fin a nada, majadera. Esto es el puto principio. ¿Por qué no lo sueltas en tu programa de los cojones Buenos días, Misuri? Hijaputa." 


Película escrita y dirigida por el cineasta angloirlandés Martin McDonagh. Una película que ha tenido numerosas nominaciones y premios, así como una gran acogida por parte del público, prueba de ello es el premio del público del festival de San Sebastián, y protagonizada por Frances McDormand, Sam Rockwell y Woody Harrelson.

Después de meses sin que aparezca el culpable de la muerte de su hija, Mildred Hayes da un paso valiente al pintar tres señales que conducen a su pueblo con un polémico mensaje dirigido a William Willoughby, el venerado jefe de policía del pueblo. Cuando su segundo al mando, Dixon, un inmaduro niño de mamá aficionado a la violencia, entra en acción, la guerra entre Mildred y las fuerzas policiales de Ebbing no hace más que empeorar. 

Con motivo del reciente Oscar de Frances McDormand, se me ha ocurrido comentar esta película en la que la propia Frances McDormand está totémica. En el cine de Martin McDonagh, nos encontramos con el teatro ya que Martin McDonagh empezó su carrera como dramaturgo.

Hay que tener en cuenta que Martin McDonagh, como ya dije antes, empezó como dramaturgo, más concretamente como uno de los autores influidos por el teatro de la crueldad. En dicho teatro la función de este no sería entretener al público, sino despertar en este sus conflictos más profundos, empleando para ello gestos más que palabras. En Tres anuncios en las afueras el tratamiento de la imagen no se basa en el cuidado del encuadre o en un tiro de cámara estilizado, sino en la importancia del gesto, es decir, de la actuación de los personajes. Uno de los retos que como espectadores nos tenemos que enfrentar a la hora de ver esta película es la existencia de cierta dualidad moral, en especial en la protagonista. Una mujer tremendamente vengativa que, sin embargo, a través de pequeños gestos, podemos entenderla y empatizar con ella. La película también se sitúa en cierta ambigüedad moral; por ejemplo, con el personaje de Sam Rockwell, un policía racista con quien el espectador tendrá que empatizar. Otro ejemplo de esta ambigüedad es en el uso de la comedia en una historia que es claramente trágica. Momentos donde no sabemos si debemos reírnos; o momentos donde lo que se cuenta no es cómico, pero está rodado de tal forma que se convierte en comedia, como muestra la escena en la que se dice la cita del principio de esta reseña, simplemente fijaros en el hijo de la protagonista.

Una película que supone un reto para el espectador, teniendo en cuenta las producciones que nos llegan de Norte América y que además constituye un retrato de la América Redneck.


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