Timbuktú de Abderrahmane Sissako (2014)

07.04.2021

"Esta es mi tierra. Esto es Tombuctú, la tierra donde nací. Aquí los niños lloran, lloran por tanta tristeza. Tombuctú es mi tierra, la "maliba". La tierra del amor. La tierra de la calidez. La tierra de la dignidad."


Película coproducida por Mauritania y Francia, estrenada en el año 2014. Abderrahmane Sissako dirigió este filme, y el guion lo realizó él mismo junto Kessen Tall. Una película que ha tenido numerosas nominaciones en diferentes certámenes, siendo la gran triunfadora de los premios César, donde de 8 nominaciones se llevó 7 premios, incluyendo mejor película y director.

Los alrededores de Tombuctú han caído en manos de extremistas religiosos. Kidane (Ibrahim Ahmed) vive tranquilamente en las dunas con su esposa Satima (Toulou Kiki), su hija Toya (Layla Walet Mohamed) e Issam (Mehdi A.G. Mohamed), un niño pastor de 12 años. En la ciudad, los habitantes padecen el régimen de terror impuesto por los yihadistas: prohibido escuchar música, reír, fumar e incluso jugar al fútbol. Las mujeres se han convertido en sombras que intentan resistir con dignidad. Cada día, unos tribunales improvisados lanzan sentencias tan absurdas como trágicas. El caos que reina en Tombuctú no parece afectar a Kidane hasta el día en que accidentalmente mata a Amadou, un pescador que ha acabado con la vida de "GPS", su vaca favorita. Ahora debe enfrentarse a las leyes impuestas por los ocupantes extranjeros.

La última película de Abderrahmane Sissako nos sitúa en el terreno del cine de denuncia, pero, además, muestra un especial interés por las posibilidades poéticas del cine. La película tiene varias lecturas, desde el extremismo religioso, hasta la denuncia de la pena capital. Sin embargo, yo me centraré en aquellos elementos del filme que son intrínsecos al séptimo arte.

En líneas generales podemos dividir Timbuktú en dos partes según el espacio en el que se está desarrollando la acción. Un espacio urbano de calles estrechas donde se muestra la cotidianeidad de los ciudadanos, en especial de las ciudadanas, que sufren las leyes de las fuerzas ocupantes; y un espacio más rústico que, aunque también se encuentra bajo la ley de los yihadistas, el conflicto se basa en la disputa por los recursos materiales. En la ciudad las calles estrechas oprimen y toma una estética que nos lleva al neorrealismo y a la nouvelle vague. Por otra parte, en la zona rústica, el espacio se abre, acercándonos al territorio del western. El mismo conflicto que se plantea en esta parte de la película, bien podría recordar a uno de los conflictos base del western, el de los granjeros contra los ganaderos; en este caso entre un ganadero y un pescador en el que un río es la causa del conflicto.

Otro elemento que se desarrolla en Timbuktú y que es característico del cine es el movimiento. Lo hacen a través de dos escenas. La primera, abre la película, se trata de una persecución donde los yihadistas persiguen una gacela. Con respecto a la persecución, dice Alfred Hitchcock, "es a mi juicio la expresión suprema del medio cinematográfico". Una buena prueba de ello son las numerosas persecuciones que aparecen en el cine desde sus inicios, desde las primeras comedias francesas hasta el cine western. Otra escena que se relaciona con el movimiento es cuando juegan al futbol sin balón. El movimiento y la imaginación sustituyen al objeto balón. Si Lee Chang-dong capturó una mandarina que nunca existió en Burning, Abderrahmane Sissako hizo lo mismo con un balón de futbol; escenas donde el movimiento lo es todo.

En definitiva, una película que pone de manifiesto la emancipación del cine subsahariano del nuevo siglo. Es desde esta región del planeta donde se realiza un cine de denuncia de la más alta calidad.


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