Teniente corrupto de Abel Ferrara (1992)

 "Vuestras vidas no valen una mierda en esta ciudad"

 Película dirigida por el cineasta neoyorquino Abel Ferrara y coescrita junto a Zoë Tamerlis Lund. Una producción de la compañía independiente Lionsgate y que está protagonizada por Harvey Keitel en el papel de detective corrupto en la decadente ciudad de Nueva York.

 Mientras investiga la violación de una joven monja, un detective corrupto de la policía de la ciudad de Nueva York, con una grave adicción a las drogas y al juego, trata de cambiar sus hábitos y encontrar el perdón y la redención.

 Puede que las tres décadas de mayor innovación en la Historia del cine sean los años 20 con todas las aportaciones de países como Alemania, EEUU, Francia, la URSS o Escandinavia, todo el cine derivado del neorreolismo en los años 60 y los años  90 con las aportaciones de la revolución digital y el comienzo de la llamada posmodernidad cinematográfica. En el contexto concreto de Estados Unidos, la producción cinematográfica tuvo a partir de los 80 una visión mucho más empresarial. Sin embargo, aparecen unas excepciones muy notables que pretendía reformular los géneros considerados clásicos. Por ejemplo, Martin Scorsese reformulo el cine de gángsters con Uno de los nuestros (1990), al igual que haría Quentin Tarantino en Pulp Fiction (1994); también tenemos una revisión del cine negro (neo-noir) con Carretera Perdida de David Lynch (1997) o con esta misma película de Abel Ferrara. Estas películas, y muchas otras, pretenden innovar el medio y lo hacen mirando al pasado.

 Abel Ferrara nace en el Bronx, Nueva York, año 1952. En las peligrosas calles del distrito creció el pequeño Abel Ferrara, quien se juntaría con compañías no deseables. Al igual que Quentin Tarantino, desarrolló su cinefilia en el videoclub, quedándose fascinado por las películas de serie B. Y fue junto con su amigo del Bronx Nicholas St. John con quien creó una firma de cortometrajes donde harían sus primeros experimentos audiovisuales. Después de varios cortometrajes, en el año 1979 realiza su primer largometraje, Killer: El asesino del taladro, en la que daría a conocer su obsesión por el sexo y la violencia.  

 Entrando ya en la película, esta se sustenta en tres pilares temáticos que muchas veces se relacionan entre si; como son la violencia, la religión y el sexo. La violencia la presentan desde el punto de vista del poder, es decir, como la autoridad tiene la legitimidad de ejercer la violencia de forma impune. De esta forma está reformulando el cine negro desde una perspectiva moral, si en el cine negro clásico el protagonista era un ejemplo de virtuosismo y moralidad, el personaje interpretado por Harvey Keitel es un ejemplo de todo lo contrario. También nos encontramos con una violencia en relación con el sexo, como la propia escena de la violación de la monja, que a mi me recordó a una estética giallo y una cierta catarsis aristotélica, que entendía el arte como una forma de elevación del espíritu. Por lo tanto, es una escena que, llena de simbolismo, relaciona el sexo, la violencia y religión. También hace referencia a la religiosidad desde el punto de vista de la culpa del protagonista; no de los actos que vemos, que más bien serían un acto de autoflagelación (autodestrucción), sino de los actos que no podemos ver de un pasado que desconocemos. La película también tiene una escena de voyeurismo, que además de ser una referencia sexual / violenta (violación de la intimidad), es una referencia al propio cine, más concretamente, al espectador del cine que mira sin ser visto.

 Si nos centramos en el protagonista, veremos que su disociación de la realidad configura la propia estética del film. Por ejemplo hay ciertos momentos en los que la imagen se distorsiona provocando una sensación de extrañamiento en el público. Por otra parte también está presente el elemento religioso en el protagonista, el cual se ve a si mismo como una especie de redentor, el cual nos libra del mal a través de la expiación ejercida sobre su persona. En definitiva, una película muy radical que no dejará indiferente a nadie.