Lazzaro Feliz de Alice Rohrwacher (II) (2018)

10.03.2021

"El lobo se acercó, se afiló las uñas y los dientes, dispuesto a devorarlo, pero olió algo que no había olido nunca que lo detuvo. Lo olfateó. ¿A qué olía? Olía a un hombre bueno".


El 13 de mayo de 2018 se presenta en el Festival de Cannes Lazzaro Feliz,  el que de momento es el último largometraje de Alice Rohrwacher protagonizado por Adriano Tardiolo, en su debut, y con las interpretaciones de Luca Chikovani, Alba Rohrwacher y Nicoletta Braschi, entre otros. En el certamen conseguirá el premio al mejor guion, además de ser una de las favoritas de la crítica para llevarse la Palma de Oro que finalmente no consiguió.

Lazzaro (Adriano Tardiolo ), un joven campesino de excepcional bondad, vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y es controlada por la Marquesa Alfonsina de Luna (Nicoletta Braschi). Allí, la vida de los campesinos no ha cambiado nunca. Son explotados y al mismo tiempo abusan de la bondad de Lazzaro. Un verano, Lazzaro conoce a Tancredi (Luca Chikovani), el hijo de la Marquesa, y ambos forjan una amistad. Entre ellos surge un vínculo muy bello que hará viajar a Lazzaro a través del tiempo y lo llevará a conocer el mundo moderno.

Nos cuenta la propia Alice Rohrwacher que para hacer esta película se inspiró en una noticia real en la que una Marquesa en el centro de Italia obligó a la reclusión a los campesinos de sus tierras para que ignorasen que se había prohibido la aparcería. Por lo que los campesinos continuaron viviendo en condiciones casi de servidumbre 

Terminamos con estas dos semanas dedicadas a la cineasta italiana Alice Rohrwacher. Después de haberse dado a conocer internacionalmente con "El país de las maravillas" / "Le meraviglie" (2014), se confirma con su última película como una de las cineastas más importantes del momento. Si bien son dos películas que comparten ciertas similitudes, tanto en el estilo como en la temática, es en Lazzaro Feliz donde podemos ver una mayor madurez en el estilo cinematográfico; obteniendo a todas luces, y lo digo ya desde el principio, una película impecable.

La película se mueve entre el neorrealismo y el realismo mágico, y está estructurada en dos partes con un interludio entre ambas. La primera parte se desarrolla en el entorno rural, en un relato anacrónico en el que el progreso social no ha llegado a La Inviolata. Si bien esta es la parte que más se aleja de nuestra realidad, el estilo de esta es de corte neorrealista; una primera parte que nos podría recordad a la Agnès Varda de Los espigadores y la espigadora. Aquí vemos como trabajan y como viven los habitantes de La Inviolata. De entre todos ellos destaca Lazzaro, una persona que por naturaleza es bondadosa y se mantiene en un segundo plano haciendo los trabajos que nadie quiere hacer; y aunque quiera cambiar el mundo, su naturaleza se lo impide, por lo que nadie reconoce su bondad y la melancolía invade su ser. En este punto me quiero detener en el protagonismo de Lazzaro. Lazzaro no es el protagonista por el tiempo que pasa en pantalla, tampoco lo es por tener una personalidad carismática. Lazzaro es el protagonista por ser el extraño entre los que le rodean, aquí se deduce una visión pesimista de la cineasta, donde la bondad se convierte en lo raro en un mundo de maldad. En esta primera parte también me gustaría destacar un primer plano al estilo de Carl Theodor Dreyer en el que aparece Lazzaro con distintas manos que le están tomando la fiebre, unas manos que con sus imperfecciones refuerzan el estilo neorrealista de esta parte de la película.

Entre medias, un interludio en forma de fábula. Donde el fantástico hace acto de presencia, y con ello, los planos aéreos. La segunda parte se desarrolla en un entorno urbano. Aunque en esta parte hay elementos del realismo mágico de una gran carga emocional, lo que más me interesa es el propio entorno. La visión que deposita Alice Rohrwacher sobre la ciudad bien podría recordar al Éric Rohmer de La panadera de Monceau; el cual registra la ciudad de París desde el punto de vista de alguien que observa. Y es que el cine ha inventado una nueva forma de reconocer la ciudad, sobre todo desde el Neorrealismo italiano, ya que el lenguaje cinematográfico resulta idóneo para captar la condición espacio - temporal propia de cualquier entorno urbano. La ciudad se convierte en un contenedor en el que se desarrolla una cotidianeidad de la sociedad residente que se imbrica con los personajes de la historia. El entorno urbano pasa de ser un elemento formal-escenográfico a un elemento narrativo. Por otra parte, aunque esta película presente elementos fantásticos, trata temas de gran actualidad; como la xenofobia o la opresión que se perpetra en todo el mundo en nuestros días.

En Lazzaro feliz caben tanto el fantástico de las emociones y el Neorrealismo de la denuncia social, formando una nueva categoría que podríamos llamar Neorrealismo mágico con pequeñas pinceladas de comedia. En definitiva, una joya que con un poco de suerte se recordará en el futuro y sobre la que el tiempo no pasará.


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