La Bestia Humana de Jean Renoir (1938)

17.11.2021

 "Generaciones de borrachos de las que él era la sangre podrida"


Película dirigida por el cineasta francés Jean Renoir con Jean Gabin, Simone Simon y Fernand Ledouxen los papeles protagonistas. La película adapta "La Bête humaine", novela publicada por Émile Zola en 1890.

Jacques Lantier, un maquinista de tren, se convierte en el amante de Séverine, la mujer del jefe de estación. Lantier es un hombre solitario marcado por el estigma de la locura que no puede reprimir su misoginia y esto se traduce en una violencia malsana contra las mujeres. Al enamorarse de Séverine, Lantier calla por amor ante un crimen del que es testigo, sin ser consciente de que ella lo utilizará para asesinar a su marido.

 Jean Renoir, nacido en Francia en 1894 fue el hijo del pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir. Fue uno de los directores más importantes de la Francia previa a la Nouvelle vague. Comenzó su carrera cinematográfica tras cursas los estudios de matemáticas y filosofía; y describió el clasicismo como "una idea de contención que no existe en el romanticismo". 

De Jean Renoir no debemos olvidar su compromiso político presente en algunas de sus película, como los casos de "Boudu salvado de las aguas" / "Boudu sauvé des eaux" (1932) protagonizado por un mendigo libertario, o "El crimen del Sr. Lange" / "Le crime de Monsieur Lange" (1935) en la que los obreros consiguen levantar una imprenta tras la quiebra fraudulenta de su patrón, las cuales preceden a su etapa frentepopulista, la cual cierra con "La Marsellesa" / "La Marseillaise" (1938) para después adentrarse en una etapa más pesimista con "La regla del juego" / "La Règle du jeu" (1939), siendo "La bestia humana" / "La bête humaine" el puente entre las dos etapas. A partir de aquí se exilia en EEUU pero debido las dificultades que tiene para encontrar productores va abandonado el cine. 

 En el cine francés de los años 30 se destila cierto pesimismo fruto de la coyuntura social de la época. Durante esta época hay un rechazo del cine norteamericano en nombre del nacionalismo cultural. París ser convierte, en aquella época, en el principal destino de cineastas emigrados o exiliados, quienes huían de la crisis económica y el nazismo. Y si hablamos del cine francés de los 30 nos tenemos que parar en el realismo poético. Una estética que da comienzo en el año 1936 en base a un conjunto de películas de diversos géneros que se desarrollan en espacios realistas con personajes marginales con una cierta visión dualista entre la amargura y la nostalgia, entre el optimismo y la crítica. Sus antecedentes los encontramos en los documentales de Louis Delluc y Jean Epstein, quienes retrataban la vida cotidiana, como los barrios populares de París, los tranvías o las carreteras. A finales de la década, con el acercamiento de la guerra las películas se tornaron más amargas, la angustia y la amargura tiñeron el realismo poético francés; el historiador del cine francés Jeancolas lo expresa del siguiente modo, "los barcos se alejan entre un espeso humo negro como un crespón de duelo, dejando en el muelle, reluciente de lluvia, los amores imposibles y el triunfo morboso de los soplones y de los cretinos".

Este pesimismo lo vemos en el propio protagonista quien ve su misoginia como una condición intrínseca de la que jamás se podrá deshacer, además es el típico personaje marginal como maquinista de tren. Durante el film se establece un paralelismo entre la máquina y las mujeres, el protagonista llama Lola a su máquina, hasta convertirse en una representación de la violencia contra ellas; en un momento dado el tren grita, hasta que ahoga su sufrimiento en la oscuridad de un túnel. Una historia de corte melodramático que acaba convirtiéndose en un ejercicio de realismo psicológico "a medio camino entre cierto realismo (no externo) y cierto fondo poético".



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