Cold War de Pawel Pawlikowski (2018)

12.05.2021

"Dos corazones, cuatro ojos; que lloran todo el día y toda la noche."


El director polaco Paweł Pawlikowski fue el encargado de dirigir esta coproducción entre Polonia, Francia y Reino Unido. Una película protagonizada por Joanna Kulig y Tomasz Kot que ha tenido un gran reconocimiento por crítica y público; además de ser la gran triunfadora de los premios del cine europeo y el premio a mejor dirección en Cannes. Una historia de amor cuya trama se basa parcialmente en las vidas de los padres de Pawlikowski.

Dos personas de orígenes y caracteres completamente distintos se enamoran en tiempos de la Guerra Fría y a pesar de sus diferencias parecen destinadas a encontrarse.

En el año 2013 Paweł Pawlikowski se situó en el panorama internacional al ganar el Oscar a mejor película de habla no inglesa con su película Ida; pero sería con Cold War la que, hasta ahora, ha tenido un mayor reconocimiento. Si en Ida Pawlikowski optó por unas formas más clásicas, aunque con pequeñas variaciones que la alejaban de un clasicismo puro, en Cold War es decididamente moderno. Ya para empezar, la primera escena que se nos muestra es puramente neorrealista. Lo que no ha cambiado entre las dos películas es el formato cuadrado de la imagen, una imagen en blanco y negro; con una capacidad para la puesta en escena y el encuadre pocas veces vista; por ejemplo, una similitud que hay en encuadre entre Ida y Cold War la encontramos en la forma que retrata a las protagonistas, esquinadas, como evitando ser el centro de la imagen, aunque hay que decir que es un recurso que usa más en Ida. Otro aspecto estético que me parece muy interesante son todos los reflejos que se usan a lo largo de la película, bien para reflejar el plano detalle de las manos que están tocando el piano, bien para dar profundidad a la imagen.

Mención aparte merecen las escenas de baile, las cuales están filmadas dependiendo de el contexto en el que se está realizando la acción. Si en los bailes de ensayo y escenario hay un trabajo de encuadre y monje, en los bailes de bar, la cámara opta por el movimiento, metiéndose de lleno en la escena; la escena en la que Joanna Kulig empieza a bailar con todo el mundo en el bar es de las mejores de la película. Una historia de amor tan bella como triste, en la que la música actúa de batuta de la imagen que discurre entre el clasicismo y la modernidad.


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